lunes, 29 de diciembre de 2008

Tierra: amor sacro y amor profano

Tierra
Ya dije anteriormente que Julio Medem es uno de mis directores de cine favoritos. Fue en un comentario sobre “Los amantes del círculo polar” que llamé “Amor tras la línea”.

Hace un par de días me volví a encontrar en Cinematk con otra película de Medem. Esta vez fue “Tierra”; ya no sé cuántas veces la habré visto: por lo menos cinco. Tengo que decir que Tierra tiene para mí un valor añadido respecto a otras películas de Medem, y es que en ésta aparece Emma Suárez. No está tan espléndida, físicamente, como en “La ardilla roja”, pero es Emma Suárez.

Bien, ¿de qué va Tierra? Pues como siempre cuando se trata de Medem, toca varios temas. En primer lugar se puede decir que habla de la angustia de la existencia, en concreto de la angustia de Ángel, el personaje protagonista que encarna Carmelo Gómez. Pero esa angustia es también la angustia de todos.

La primera escena es un movimiento de cámara que sitúa al planeta Tierra en su lugar en el cosmos, es decir, nos recuerda lo diminuto que es. Por lo tanto, lo diminutos que somos todos nosotros, lo solos que estamos. El misterio casual, digo yo, de nuestra existencia.

Mientras viajamos por el espacio una voz en off (que nos habla también de la muerte) nos dice:

“La existencia siempre va acompañada de un sonido de fondo llamado angustia, que sólo se soporta a medias. Pero no te agobies, vives en la única luz conocida del universo. Una isla diminuta a la altura de tus ojos, pero aún atravesada por agujeros de misterio"

Pero ese movimiento de la cámara que empezó en el lejano cosmos y nos acercó hasta nuestro planeta Tierra, sigue y sigue, y tras pasar las nubes, continúa hasta entrar en la tierra, no ahora el planeta, sino esa tierra que se coge con las manos, esa tierra que se escarba. Tras penetrar en ella, alcanzamos a ver, al fin, lo más diminuto y concreto: la cochinilla.

La cochinilla es la responsable de que los vinos de la comarca tengan sabor a tierra, y la causa también de que Ángel, que dirige una empresa de fumigación, aterrice por allí para intentar acabar con ella.

Ángel, un personaje complejo como él mismo afirma, será nuestra guía en la película. En su pasado reciente ha estado ingresado en un hospital psiquiátrico, según él, debido a una imaginación superexcitable. Desde otra perspectiva, debido a una psicosis por desdoblamiento de personalidad, según nos hace ver la intermitente presencia de su doble en varias escenas. Este segundo Ángel, que le habla como una especie de conciencia interior, viene a ser un trasunto de esa mitad de nosotros mismos que todos guardamos dentro y con la que dialogamos en momentos clave de nuestra vida.

Emma Suárez: amor sacroEl caso es que Ángel, el real, a lo que se enfrenta conforme avanza la película es a la disyuntiva, eterna por otra parte, entre dos formas de amar. Es lo que otros antes que Medem han llamado “amor sacro” y “amor profano”. En este caso, estas dos formas de amar vienen representadas por Mari (Silke) y por Ángela (Emma Suárez).

Una, Mari, promete pasión y carnalidad, mientras la otra, Ángela, propone vida doméstica y estabilidad. Una es lo sexual, el impulso. La otra es la placidez, el equilibrio. Mientras Mari, en un momento dado, le pide a Ángel: “cómeme el corazón”, Ángela en cambio le dice: “yo no sé decir esas cosas; bastante he hecho ya”. Para dejarlo aún más claro, y refiriéndose a la otra, dice: “supongo que Mari es una criatura nacida para atraer a los hombres; para hipnotizaros como idiotas. Una especie de genio del sexo. Yo no domino ese terreno; no puedo competir”.

Silke: amor profanoPara que sea el propio espectador el que elija, al igual que en “Los amantes del círculo polar” donde también había dos finales, en esta película hay un Ángel que escoge la vida tranquila junto a Ángela y su hija, y hay otro Ángel que se marcha con Mari en busca del mar. En cierto modo Medem nos autoriza a quedarnos con Ángela, o a irnos con Mari. Pero me pregunto yo, ¿por qué no podemos quedarnos con las dos?

Trailer de Tierra



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PALESTINA sigue sangrando

3 comentarios:

  1. Quedarse con los dos es lo que muchos/as desearíamos.Pero por un lado y desde el punto de vista social las culturas herederas de la tradición judeocristiana consideran "el amor profano" pecaminoso; el placer como fín en sí mismo es un tabú.Y arrastramos siglos de condicionamiento que todavía resulta dificil de desenraizar.
    Por otro lado la encuesta que has colgado y que alude a aspectos psicológicos humanos relacionandolos con los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego, me da la clave para tratar el tema desde el interior de la persona. Psicológicamente hay quien siente más intensamente el placer, quien se siente más atraido por el propio mundo interior, quien le gusta el riesgo o quien prefiere una vida ordenada y segura.
    Cierto que muchos de nosotros/as queremos desarrollar todos los matices, probar todos los sabores,... pero no es facil, hay limitaciones de tiempo, de caracter, del propio entorno. En definitiva contamos con nuestra libertad para elegir el "amor profano" el "sacro"... o los dos a pesar de todos los condicionantes.
    Grama

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  2. Magníficos tus comentarios, Grama. Estás enriqueciendo este espacio con ellos.
    Lo que siento es que no se puedan ver en la primera pantalla, junto a la entrada que los motiva. Al menos yo no se hacerlo en éste, mi blog.
    Por otra parte, sé (o más bien, imagino) que te conozco, aunque no sé quién eres. En fin, eso lo hace más emocionanate.
    Nos leemos por aquí.

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  3. Hola Juanma. Soy Óscar, estuve estuve hace años en la Plataforma Carril Bici con Agustín... Llevo tiempo leyéndote, te seguiré. Coincido contigo en tu gusto por Medem y en lo de Palestina, es una auténtica masacre. ¡Un saludo y feliz año!

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