sábado, 13 de diciembre de 2008

¿El alma está en el cerebro? ¿Pero qué es el alma?

Me encuentro estos días releyendo el libro de Eduardo Punset: “El alma está en el cerebro. Radiografía de la máquina de pensar”. Esta obra recoge, o mejor podría decir, transcribe o reescribe en texto, lo que fueron algunos de los diferentes capítulos de REDES, el ya mítico programa de divulgación científica que emite TVE desde marzo de 1996 en una larga serie que llega ya casi a los 500 programas.

Y bien: ¿está el alma en el cerebro? Ubicarla en ese órgano corporal supondría en primer lugar aceptar su existencia. Para mí, e imagino que así es igualmente para la mayoría de mis escasos lectores, el alma ha tenido siempre un componente religioso. Por ello, tiendo a rechazarla. Aunque a veces se me escapa el uso del término, prefiero hablar de “espíritu” o mejor aún, prefiero hablar del “yo”. El “yo” sería ese algo más que la suma de nuestras partes, y que mientras estamos vivos, nos caracteriza, nos da unidad y nos define frente a los otros.

Nótese que digo “mientras estamos vivos”, porque para nuestra desgracia, todo acaba con la muerte, y ni hay cielo ni ninguna resurrección posible, ya sea de la carne o del espíritu. Como cualquier otro ser vivo, tenemos un ciclo de vida individual con fecha de inicio y fin. Al acabar, la materia que nos compuso pasará a integrarse en otras formas de vida, o simplemente en otras formas de materia. No hay más.

Pero mientras estamos vivos (y que dure) ¿dónde reside el yo? En la antigüedad, como nos refiere Punset en el primer capítulo del libro, el alma se ubicaba en el corazón. De la misma manera que cuando a un niño pequeño le preguntamos por el órgano con el que piensa, y nos responde que con la boca (pues es la que articula las palabras, y a esa edad no puede ser capaz de separar realización de intención), de la misma manera se pensaba entonces que el corazón, ciertamente el motor que nos mantiene vivos, era el órgano donde residía el alma.

No fue hasta después del Renacimiento y del siglo XVII cuando se ubicara al alma en el cerebro. Lógicamente, si aquellas tres facultades del alma del pensamiento antiguo que eran la imaginación, la emoción y la memoria, se emplazaban en el cerebro, ahí mismo debía residir el alma.

Así parece que opina la mayoría de la gente actualmente. El cerebro, como órgano que rige el cuerpo, como centro nervioso vital, es racionalmente el mejor candidato a ser la única posible residencia del alma, o mejor del “yo”, como a mí me gusta decir. Sin embargo tengo que confesar que esta racionalidad me resulta un poco frustrante. No sé cómo definir exactamente el “yo”, ese “yo” que es algo más que la suma de las partes, pero en todo caso me cuesta mucho trabajo aceptar que se trata sólo de algo estrictamente cerebral. Me gusta más pensar que mi yo reside también en mis manos y todo lo que han tocado; en mis ojos y todo lo que han visto; en mi piel y todo lo que ha sentido; y por supuesto, también, en el cerebro y todo lo que piensa, lo que recuerda, o lo que imagina, etc.

¿Qué pasará cuando se hagan trasplantes de cerebro? No es posible imaginárnoslo.

3 comentarios:

  1. Algunos asuntos parecen obvios. Uno de ellos es que todos nuestros pensamientos proceden de actividades cerebrales. Pero no solo los pensamientos, también el dolor, temor, odio, envidia, afecto, altruismo... También es obvio que la idea de Dios es también fruto de mecanismos cerebrales que de alguna forma han sido seleccionados a lo largo de la evolución porque existiera alguna ventaja en la sociedad. Las religiones son fruto de esos procesos, solo hay que hacer un análisis crítico de las mismas para darse cuenta de su falsedad y falta de lógica. Tampoco es casualidad el altruismo de la especie humana y los aspectos sociales tan desarrollados en la misma. Tampoco la violencia o el afán de acumular riquezas de nuestra especie es casualidad. Todo radica en el cerebro y lo más probable es que todos estos mecanismos de una forma u otra han favorecido el éxito reproductivo de nuestra especie.
    El alma es solo un conjunto de mecanismos de interconección de neuronas. Somos más complejos que otras especies en cuanto a capacidad cerebral, pero otras especies nos dan mil vueltas en coordinación u otras habilidades.
    Definitivamente pienso que no tenemos más valor como especie que una ardilla, aunque no queramos aceptar esa obviedad.

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  2. El alma reside en el cerebro... tal afirmación requiere definir la palabra alma. Hace mucho tiempo leí que alma significa vida, entonces tambien las plantas tienen alma aunque no tienen cerebro. En este caso Punset se referirá al alma humana. Sin ciertas funciones cerebrales podemos vivir, pero no lo que se dice una vida característicamente humana, esta requiere de la existencia de un cerebro que funcione lo bastante bien como para que la persona pueda pensar, sentir y tener emociones.
    Pero, más alla de estas disquisiciones un poco retóricas. En el lenguaje poético, o simplemente en el más íntimo, el alma tiene un sentido más comnotativo que denotativo, evoca, como Juanma ha escrito, los sentimientos y pensamientos más profundos y genuinos de cada `persona. Algo así como su esencia, lo que le hace ser él mismo. Yo también me identifico más con este significado.
    Grama

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  3. Eduardo Punset, qué gran remedio contra el imsomnio.
    Pongo videos del programa Redes y me provocan cabezadas instantaneas.

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