lunes, 9 de noviembre de 2009

Muros

Hoy se cumplen veinte años de la caída del muro de Berlín. El mundo entero lo celebró en aquel momento y lo vuelve a celebrar de nuevo estos días. Aquel derrumbe no fue en realidad otra cosa que el primer acto de una representación teatral de mucho mayor calado: el derrumbe del llamado socialismo real. La desaparición de los regímenes comunistas allanaría por fin el camino hacia la consecución de un único mundo, un mundo libre, democrático, globalizado, abierto… al capital, claro está.

La inmensa mayoría de los alemanes del este ya estaban por aquel tiempo asqueados de un sistema que aunque les proporcionaba seguridad y estabilidad, educación y sanidad de alto nivel, los mantenía reprimidos y encerrados tras un muro detrás del cual se olían las riquezas del occidente desarrollado. El capitalismo es especialmente hábil en vender su cara bonita. Al día de hoy, muchos de aquellos alemanes ya han tenido la oportunidad de descubrir también la cara miserable del sistema capitalista.

No obstante de lo que quiero hablar en este momento, a contracorriente de las celebraciones del día de hoy (no es que no celebre la caída de aquel muro), es de los otros muchos muros que se siguen levantando cada día. Muros que según la perspectiva de quienes los construyen, protegen. Desde la perspectiva de los que los sufren, sojuzgan. Muros que en todo caso, desde cualquiera de las perspectivas, nos compartimentan, nos separan y nos encierran.

El mundo no está más libre y expedito hoy que hace 20 años. Prueba de ello son: el muro que el gobierno de Israel ha levantado en Palestina; o el muro que pretende separar las favelas en Río de Janeiro; o la valla de Ceuta; o la del Río Grande entre Méjico y USA; o un largo etc en el que están incluidos todos los muros que rodean comunidades y urbanizaciones de lujo del resto de la población, o las barreras y cámaras de seguridad que delimitan y controlan cada vez más las llamadas “áreas vigiladas”.

Vivimos en un mundo lleno por completo de muros; apenas nos damos cuenta. Pero los peores son los muros interiores que levantamos nosotros mismos para protegernos. ¿Protegernos de qué? ¿de la vida?.

Hay dos motivos que me han hecho hoy pensar en todo esto que ahora escribo. A alguno le podrá parecer que ahora, de pronto, me voy por los cerros de Úbeda. Pero no es así.

El primero es que acabo de ver la película El secreto de sus ojos del director argentino Juan José Campanella. Una historia que se podría considerar de cine negro, policíaco, pero con un mensaje que trasciende al género. El mensaje no es otro que este: nunca es tarde para vivir la vida. Podremos haber construido muchos muros en nuestro pasado, podremos habernos parapetado tras falsas pero robustas respuestas a viejas preguntas, pero al final, para vivir, hay que derribar esos muros y encontrar nuevas y sinceras respuestas (aconsejo la peli a quien aún no la haya visto).

El segundo es que hoy mismo me han hecho llegar un poema de Mario Benedetti titulado Desde los afectos. También en este poema me encontré con una referencia directa al tema de los muros. El poema, en el estilo de Benedetti, nos da una larga retahíla de consejos para la vida, y concluye con los siguientes versos:

(…) Que cuesta ser sensible y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros.
Que quien siembra muros no recoge nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mucho mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se
vuelve.
Que volver no implica retroceder.
Que retroceder también puede ser avanzar.
Que no por mucho avanzar se amanece cerca del sol.
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida?

Así pues, siguiendo a Campanella y a Benedetti, derribemos muros y tendamos puentes. Contra la vida no deberíamos practicar ninguna clase de protección. La vida es para ser vivida. Sólo hay una.


Lo único bueno que tienen a veces los muros es que sirven como plataforma para la creatividad de algunos artistas. Os incluyo aquí un video con una obra de MUTO. Espero os guste.

12 comentarios:

  1. Los muros también sirven para protegerte de las desilusiones que te producen los amigos, la familia, los hijos, tus conciudadanos, etc.
    Los muros son muy útiles pues te ahorran sufrimientos.
    Siempre me acuerdo de la canción de Simon y Garfunkel: "I am a Rock, I an island and a rock feels no pain and an island never cries"

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  2. Estoy de acuerdo en general con tus argumentos.
    Quisiera añadir que un paso fundamental para derribar los muros es acabar con las nacionalidades, las fronteras y las banderas. Creadas de forma artificial y subjetivamente, la mayoría a costa de conflictos bélicos con armas y derramamiento de sangre inocente.
    Todas las personas deberían tener derecho a moverse libremente por este planeta, "sin papeles".
    Eso si que sería una verdadera revolución.
    Saludos
    Behavi

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  3. NO olvidemos los 8 muros que en total suman más de 2700 Kms que el Gobierno Marroquí ha construido en el Territorio del Sáhara y que sigue provocando muertes silenciadas,perpetuando una ocupación con el silencio cómplice de los gobiernos y una guerra silenciada por más de 30 años.... SILENCIO... Y DEJAR PASAR EL TIEMPO...

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  4. Mi buen amigo Gerardo
    Es cierto que a veces no tenemos más remedio que levantar algún muro para ahorrarnos sufrimientos. Pero debemos intentar, si es el caso, que no sea más que algo momentáneo, y darnos el gusto, en seguida, de derribarlo.
    Y ya sé que a veces el hombre es una isla. Pero no es bueno que el hombre esté sólo.

    Mi buen amigo Behavi.
    ¿Qué decir de las fronteras? Tienes toda la razón. Algún día llegará, espero, en que el mundo sea sentido por todos como nuestra casa, como nuestra única y compartida casa.

    Gran Simia
    Muchas gracis por recordarnos a todos la existencia de ese otro ominoso muro. España, como todos sabemos, tiene además mucha responsabilidad por ello.

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  5. El tender muros no implica estar sólo, implica fundamentalmente ahorrar sufrimientos y decepciones.
    Lo bueno de los muros también es que cuando alguien tiene un detalle bueno te sienta hasta mejor pues ya dabas por hecho la decepción.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  7. BIS: Amigo Gerardo: Esos muros, the rocks and islands de los que hablas, parece que nos ahorran sufrimientos y decepciones... Pero no es así. El sufrimento está en tu cerebro, martilleando cada segundo de tu vida, aunque oculto a la mirada del otro. Lo único que tienes es una armadura que no deja ver tu interior ni te permite mirar hacia afuera con empatía. El sufrimiento es, si cabe, mucho mayor: Por la decepción en sí, por la insensibilidad que transmite ese muro que has levantado y por el aislamiento en el que te sumerges, en una espiral de incomunicación de la que es muy difícil salir... si no quieres.
    Herpes simplex.
    PDTA: Una excelente entrada para un blog de sabias reflexiones. Enhorabuena.

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  8. pasos a seguir para derribar un muro:
    1.- Verlo
    2.- Asimilar el daño que causa
    3.- Saber que hay que derribarlo
    4.- Armarse de valor (en esta fase cada cual necesita su tiempo)
    5.- DERRIBARLO
    6.- Disfrutar de la libertad que ello produce
    PD.- Repetir tantas veces como sea necesario, (llega un momento que no es tan difícil)
    Un abrazo
    inma

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  9. Dejad de gastar energía en levantar muros.

    Empecé a comprender que las promesas del mundo son, en su mayor parte, vanos fantasmas y que lo mejor y más seguro es tener fe en uno mismo, mostrarte tal cual eres y convertirte en algo valioso.

    Enhorabuena por tu blog.

    Guilraen

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  10. En psicología los muros interiores se han venido llamando tradicionalmente mecanismos de defensa, actualmente este término se está sustituyendo por el de "estrategias de afrontamiento" y en principio su función sería la de aliviar la angustia y el estres que una persona puede sufrir al enfrentarse directamente con una realidad a la que no está suficientemente "preparada" para asumir.
    Algunas de estas estrategias nos alejan de los demás y de la vida, pero otras simplemente son "carrerillas" que se cojen para, a su llegado tiempo, pegar el salto. Ahora sí, en este último caso es imprescindible no engañarse, saber, como dice Inma, ver que se trata de una argucia para enfrentarnos al miedo que nos da...la vida.
    Y qué decir acerca de los muros externos!, que si los tenemos dentro, los tendremos fuera!.

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  11. Para Herpes Simplex
    (Bueno, en realidad no sé si ese es tu apodo o es algo enigmático que has querido dejar al final de tu comentario)
    Hasta ahora has sido el más radical en tu posicionamiento contra los muros y el daño que nos causan. Intuyo que tienes de algún modo, una especie de "guerra" con ellos.
    Espero que salgas victorioso.

    Inma
    Nos dejas muy clarito un manual de procedimiento para derribar muros. Es estupendo por lo claro y conciso.

    Para Anónimo de las 22 del 9/11:
    Tu comentario es muy breve pero denso. Al principio me pareció sólo cinismo, pesimismo. Luego he creído ver otra cosa. Cuando dices "(...) tener fe en uno mismo, mostrarte tal cual eres y convertirte en algo valioso" creo que demuestras tener las cosas claras sobre cual es tu camino en la vida y lo que esperas del mundo. Y no está mal.
    Lo de "convertirse en algo valioso" parece que te reconcilia con el mundo. Quiero decir que si quieres convertirte en algo valioso, imagino que es porque quieres ofrececérselo a los demás. Si valemos algo, es para alguien ¿no?

    Por último, para Anónimo/a de las 22'51 del 10/11:
    Creo que tienes razón. Estos días he estado comentando con otras personas (en el mundo real) sobre esta entrada del blog. Con muchas de ellas he convenido que a veces los muros son necesarios. Al menos durante un tiempo y como protección.
    Cuando tú hablas de estrategias de afrontamiento creo que vienes a darle nombre a esta clase de muros. Ahora bien, yo me atrevería a decir que esos muros tienen una función terapéutica, y deben estar en pié sólo mientras sigamos enfermos (enfermos de dolor, por ejemplo), pero que nunca deberíamos levantarlos con una función profiláctica.
    Es decir, vuelvo a repetir lo que dije en mi entrada original: "Contra la vida no deberíamos practicar ninguna clase de protección. La vida es para ser vivida. Sólo hay una".
    Juanma

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  12. Juanma, siento que entendieras en mi mensaje sólo cinismo y pesimismo. El mensaje esencial del post es justo lo contrario; una solución práctica y espiritual.
    En nuestra vida cotidiana estamos sometidos a muchas ilusiones. La mayor es la que nos hace seguir malgastando energía en lo que siempre ha sido. Esta ilusión se caracteriza por la creencia de que "El pasado es la razón por la que sigo creyendo estas cosas". La mayor ilusión consiste en mirar al pasado y poner en él tu energía, aunque lo encuentres reprensible, porque eso significa que vas a materializar tus pensamientos y producirás más de lo mismo. Para superar esta ilusión, en primer lugar, debes ver qué es lo que lo convierte en una ilusión. El pasado no te impulsa en el presente. Pero la energía que empleas en los acontecimientos y acciones de tu pasado, explicando o excusando tus problemas continuos, sí que afecta a tu vida de hoy. Es el motivo de levantar muros.
    El tipo de vida que hayamos tenido, lo que hemos aprendido de nuestros mayores y de nuestro entorno, esto es, nuestra manera de ver las cosas, los recursos que cada uno tenga para afrontar las diversas situaciones con las que nos encontramos, y nuestras características de personalidad, todos ellos son aspectos que de alguna manera u otra influyen en nuestra manera de enfrentarnos al mundo (de levantar muros o construir puentes).
    En general, se puede decir que la vida afecta a nuestra conducta y nuestra conducta afecta también a nuestra vida.

    Guilraen

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