martes, 6 de enero de 2009

El tesoro de la infancia

Hoy es el gran día de los niños. Hoy 6 de enero, en los países de tradición católica se celebra la llegada de los ”Magos de Oriente”. También lo llaman la “Epifanía”, pero ¿quién sabe ya lo que significa eso? Como tantas otras celebraciones cristianas, ésta se construye sobre anteriores tradiciones paganas o de otras religiones. En este caso parece que relacionadas con el zoroastrismo persa.

Pero no es de esto de lo que yo quiero hablar. Yo quiero hablar hoy de los niños. Creo sinceramente que lo que tendríamos que celebrar, no ya un día al año sino cada día de la vida, es la llegada de los niños. Los niños, y esto es una obviedad que casi da vergüenza enunciar, SON EL FUTURO. Pero no son el futuro sólo porque esa sea la ley natural, es decir, porque constituyan la única posibilidad biológica de nuestra continuación. No, son el futuro porque guardan y renuevan continuamente en este mundo la semilla de la ilusión. ¿Y qué clase de futuro podríamos esperar sin ilusión?

¿Habéis pensado alguna vez por qué y para qué queremos mejorar este mundo?, si es que acaso compartís conmigo esta actitud. Pues lo hacemos “por los niños” y lo hacemos “para los niños”.

Lo hacemos “por los niños” porque lo hacemos en la medida en que todavía lo somos. Es decir, lo hacemos porque todavía no murió en nosotros esa semilla de la ilusión que alimentó nuestra infancia. Dicho de otra manera: quizás porque afortunadamente aún somos un poco ilusos, como los niños.

Y lo hacemos “para los niños” porque sin ellos, ¿para qué lo haríamos? Es para ellos para quienes lo intentamos; para que lo disfruten ellos mismos, y para que a su vez hagan lo mismo con los próximos niños.

Pero por último, lo más importante, y no lo he mencionado antes, lo hacemos “a través de los niños”. El mundo va progresando (si es que lo hace) aparentemente por medio de grandes e importantes revoluciones, pero en realidad lo hace más bien a través del pequeño y continuado cambio que se produce en los niños. El mundo mejora cuando conseguimos que nuestros hijos sean un poco mejores que nosotros mismos.

La infancia es, en todos los sentidos, el mayor tesoro. Protejámosla y evitemos que se apague la llama que nos trae.

Os reproduzco aquí un poema sobre la infancia, del poeta chileno Jorge Teillier (1935-1996), titulado “Juegos”, que formó parte de su libro “Poemas del país de nunca jamás” (guiño a Peter Pan).

Los niños juegan en sillas diminutas,
los grandes no tienen nada con qué jugar.
Los grandes dicen a los niños
que se debe hablar en voz baja.
Los grandes están de pie
junto a la luz ruinosa de la tarde.

Los niños reciben de la noche
los cuentos que llegan
como un tropel de terneros manchados,
mientras los grandes repiten
que se debe hablar en voz baja.

Los niños se esconden
bajo la escalera de caracol
contando sus historias incontables
como mazorcas asoleándose en los techos
y para los grandes sólo llega el silencio
vacío como un muro que ya no recorren sombras.


Así pues, evitemos que se apague la llama de la infancia para que sombras vivas sigan recorriendo nuestros muros.

3 comentarios:

  1. Juanmazur, tengo la sensación personal que la vida la he empezado a vivir, entendiendo por vivir a ser consciente de lo que es, a partir de los 40 años. ¿Por qué? Porque antes había muchas ideas en mi cabeza preconcebidas, era como un lavado de cerebro de la forma de ver la vida, en este lavado entra el día de los Reyes Magos. Los Reyes Magos es una de las primeras ilusiones fuertes que se tienen, y es también una de las grandes frustraciones que te empiezan a enseñar que en el mundo de los mayores casi todo lo importante es una “auténtica” mentira. Como la idea de “dios”, del “pecado”, del “matrimonio” y otras que no tienen que ver directamente con la religión como la “izquierda” y la “derecha” política.
    Estoy de acuerdo contigo en tus apreciaciones sobre los niños. ¿Por qué luchamos por un mundo mejor y más justo? Porque pensamos que si se consiguiera, las generaciones siguientes serían mucho más felices y apreciarían el misterio de la vida como algo que merece la pena vivirse, aunque sea por un tiempo tan breve como el que tenemos.
    Finalmente apuntar un detalle. Engañar a los niños con los Reyes Magos creo que no bien. Pienso que la misma ilusión me hubiera hecho o más que mis padres me dieran una sorpresa con regalos, con la diferencia que no hubiera sentido la primera frustración por las mentiras de los adultos, aunque fueran con buenas intenciones. Y es que yo llegué a ver el rabo de los camellos doblando la esquina de mi calle…
    Pienso que hay que desmantelar el sistema. Y lo primero es ofrecer la verdad a los niños, junto a bondad, cariño, amistad, honestidad, educación, conocimientos y por supuesto inculcar tolerancia, disciplina y respeto por las personas, los animales y la naturaleza.

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  2. Yo soy republicano y no quiero saber nada de los Reyes Magos.

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  3. Será dificil acabar con Papá Noel y los Reyes Magos. Las industrias jugueteras, todos aquellos que dependen de las ventas de artículos que se puedan regalar y en última instancia el propio sistema en el que vivimos no lo pondrán nada facil.

    Respecto a los niños, como personas que son, además de la mirada inocente, no condicionada por experiencias, y por lo tanto "ilusa" en el buen sentido de la palabra. Tienen una marcada tendencia a la satisfacción personal(hasta aquí todo bien). El problema es que esta tendencia debe estar equilibrada con unos límites, digamos naturales, que suelen compatibilizar esta satisfacción con la de los otros y que les hace madurar.
    Ultimamente me siento algo pesimista respecto de la capacidad de nuestros niños para mantener ilusiones que transciendan sus propios intereses. Creo que en general tienen mucho con poco esfuerzo. Los niños de aquí, del primer mundo, se están criando en un mundo ficticio , no les estamos dando las herramientas necesarias para hacer frente al mundo tan complejo que van a heredar.
    Los padres que lo intentan seriamente realizan un esfuerzo impresionante. Ir constantemente contra corriente en el contexto de nuestra cultura da identidad, resulta gratificante, madura,... pero a menudo hace de la vida familiar una empinada cuesta con obstáculos de todo tipo y resulta agotador.
    Aún así, mantengamos la ilusión por mejorar el mundo...para ellos y con ellos, porque si no ¿qué sentido tiene nuestra vida?
    Grama

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