miércoles, 15 de febrero de 2012

Gea la maltratada


Maldita la suerte que tuvo este planeta el día que sobre su faz apareció la especie animal mal llamada “Homo Sapiens”. Esta afirmación que ahora todavía a muchos les puede parecer exagerada, será a la vuelta de la esquina, probablemente, una verdad incontrovertible.

¿Qué tiene de sabia una especie que camina desde hace al menos varios cientos de años en línea recta hacia su autodestrucción? Para los optimistas hay que decir que, quizás sea cierto, la causa no es la especie en sí sino el sistema económico que esa especie se ha dado a sí misma como organización. Pero ¿es que vamos a ser capaces de cambiarlo a tiempo?

Ha habido algún intento radical de modificar este sistema económico. Y ha habido también algunos intentos de reformas internas para hacerlo un poco menos salvaje. Todo ha fracasado. El capitalismo lleva en sí mismo el germen de la muerte. Su voracidad no tiene límites, y es que el capital es ciego, y es ciego porque no mira, y no mira porque no ve nada más allá de las “posibilidades de negocio”. Si de algo se puede sacar beneficio, adelante. Si no, que espere.

El desarrollo que creemos vivir es muy engañoso. La posesión de una gran cantidad de objetos de consumo no nos hace más felices. De hecho consumimos porque la publicidad nos crea la necesidad, la pulsión de hacerlo. Inmediatamente después de poseer el nuevo objeto ya estamos deseando otro. Y es que la máquina no puede parar. Dicen que el capitalismo es como una bicicleta: no puede parar porque se caería. No me gusta para nada comparar al capitalismo con ese invento, uno de los más grandes de la humanidad, pero en todo caso, digo yo, habrá que cambiar de dirección y de bicicleta.

Y es que el capitalismo no produce para satisfacer necesidades; sólo produce para vender. Antes de vender crea una falsa necesidad. Por contra, las verdaderas necesidades no son cubiertas si no van a dar lugar a beneficios.

Otra cualidad del capitalismo es su falta de visión de futuro. Sólo es capaz de ver en el horizonte de una cuenta de resultados. Para aumentar esa cuenta de resultados, esquilma y destruye todo lo que haga falta.

La Tierra se ha quedado pequeña; literalmente, ya no nos alcanza. Al planeta Tierra le faltan hectáreas de tierra, hectáreas de mar, hectáreas de bosque, para poder mantener el nivel de consumo actual. Estamos viviendo de las rentas que recibimos del pasado. El petróleo es singularmente, el bien que más claramente nos muestra lo que es o ha sido ese vivir de las rentas. El gran desarrollo del capitalismo de los últimos 150 años se ha debido a la disposición de energía fósil barata. Una energía que tardó millones de años en almacenarse y que nosotros vamos a agotar en nuestra generación.

Lo peor del “homo sapiens” es su codicia. Ese sí que es el pecado original de la humanidad. Deberíamos dejar de ver las entrañas de la Tierra como una fuente de riqueza, y en todo caso abordar su explotación con el único objetivo del bien común y mediante una estrategia conservacionista.

Y deberíamos acompasar nuestro ritmo vital al ritmo natural de entrada de energía en el planeta. Todo lo que somos se lo debemos al Sol. Deberíamos recordarlo.

El planeta Tierra lleva 4.500 millones de años a la distancia justa y apropiada de su estrella para, tras una muy lenta evolución, haberse convertido en un maravilloso paraíso.

Varios cientos de años de capitalismo salvaje van a destruir este paraíso para siempre.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu reflexión, uno de los efectos colaterales de la codicia es que produce ceguera en el alma y sólo se ve el propio Ego.

    Hace poco un compañero de trabajo me comentó que había leído un libro en el que el autor, biólogo o/y antropólogo, exponía, con pruebas, que el cerebro humano no se ha desarrollado biológicamente hablando desde la aparición del Homo Sapiens Sapiens(osea que tiene las mismas estructuras cerebrales y no más). Entonces, las diferencias individuales entre personas son debidas a la herencia y a la cultura.

    Yo, para expresarlo de manera imaginativa, diría que cada ser humano tiene en su cerebro como si fuera una gran mansión, todos y todas la misma (y desde hace más de 40.000 años). Pero gran parte de ella está a oscuras. Algunos individuos tienen determinadas habitaciones iluminadas y otros otras. Algunos y algunas tienen más habitaciones con luz y la mayoría tienen la mayor parte a oscuras.

    Mi "optimismo" reside en que creamos sociedades que ayuden a las personas a "iluminar" las habitaciones que tienen que ver con la solidaridad, la justicia y la empatía; porque parece que las que están "iluminadas" en la mayoría de los seres humanos hasta la fecha no se diferencian demasiado del resto de los animales salvo el área del lenguaje simbólico, el gusto por la estética y cierta habilidad por manejar problemas abstractos.

    mj

    ResponderEliminar
  2. Juanma, comparto esa misma “indignación” que expresas en tus reflexiones. También comparto el comentario de mj. No obstante hay dos formas de analizar a nuestra especie.
    Una de las formas es el análisis científico pragmático y frío de la especie desde el punto de vista evolutivo. Somos una especie más en el planeta, hemos surgido y evolucionado por la conjunción de la selección natural y el azar, como todas las demás especies. Las especies tienden a perpetuarse y deben alcanzar un equilibrio por las buenas o extinguirse. Me explico, un depredador se reproducirá exponencialmente hasta que la población aumente tanto, que la depredación acabe con las presas de las que depende la especie y entonces se producirá un descenso de dicha población por inanición y por la capacidad reproductiva. Sobrevivirán los más adaptados si no han llegado a unas condiciones sin salida que lleven a la extinción de dicha especie (hay ejemplos de especies extinguidas debido a estos mecanismos). En este sentido, nuestra especie por sus características fenotípicas, su extensión y sus actividades está arrasando el planeta. ¿Cuál será el futuro de la especie? Difícil de contestar. ¿Aparecerá una nueva especie a a partir de la nuestra capaz de adaptarse a unas nuevas condiciones y formas de vida?
    El otro tipo de análisis es el del sistema límbico, el emocional, pero respaldado por la racionalidad. Es el que nos hace indignarnos, y al mismo tiempo que admiramos el planeta y la vida en sí, nos hace preguntarnos por qué como especie somos tan violentos-competitivos-irracionales, y utilizamos tampoco la inteligencia y la racionalidad de la que hemos sido dotados. Sabemos que otro mundo es posible, pero ¿Cómo se puede llegar a cambiar la escala de valores que está muy extendida en las sociedades humanas y acabando con los recursos? Es necesaria más educación, más conocimiento, desarrollar la empatía, la solidaridad, la aceptación de que somos una especie animal con muchas limitaciones y con tendencia a crear dioses que no existen…desarrollar el respeto a la naturaleza, a Gea, nuestra casa.
    Saludos
    Behavi

    ResponderEliminar