lunes, 20 de junio de 2011

La complejidad de lo justo

Voy a hablar de justicia, pero no de la Justicia como institución, sino de "lo justo".

Voy a hacerlo porque acabo de leer (aunque es un decir, pues no fui capaz de terminarlo) el libro de Amartya Sen "La idea de la Justicia". Esta obra fue publicada en el año 2009 en Reino Unido, y en 2010 la traducción española en la editorial Taurus.

Confieso que me ha resultado una obra bastante compleja y difícil de entender. El autor se mueve a tal nivel que no pude seguirlo, o, según opinión de otras personas que lo han leído conmigo, el autor no tiene el nivel suficiente para saber explicar claramente lo que pretende. Quizás el hecho de una traducción imperfecta haya podido influir. No lo sé. Creo más bien que Sen utiliza un lenguaje demasiado conceptual y a menudo farragoso.

No obstante, como siempre que leo algún ensayo en los Clubes de Lectura en los que participo, algo he sacado de esta obra. Tiene mucho que ver con ello el hecho de haberla comentado con otras personas, y el haber leído en la red algunas críticas y/o reseñas sobre ella por parte de otros autores.

De lo que dice Sen me queda clara una cuestión muy importante, y es que hay dos formas diferentes de acecarse a la justicia:

- Una sería la de un acercamiento desde lo conceptual, desde una visión ideal. Esta visión sería la contractualista o institucionalista trascendental (son los términos que utiliza Sen), o (utilizando ahora mis propias palabras) la que considera que la justicia se puede alcanzar desde lo teórico hacia lo práctico.
Es decir, la justicia como realización práctica se debe alcanzar como una concreción del ideal teórico. El camino sería el del contrato social entre ciudadanos libres y la construcción de instituciones justas. En esa sociedad ideal, la justicia casi que funcionaría sola. Sin embargo, lo cierto es que la búsqueda de esa sociedad ideal ha dado lugar, a veces, a bárbaras crueldades para meter o calzar la realidad en el esquema.

- La segunda forma de acercarse a la justicia es aquella que, de nuevo con mis palabras, renuncia a buscar la justicia para intentar encontrar lo justo. En la terminología de Sen y otros autores, sería la visión comparatista o de análisis social comparado.
Según esta segunda concepción, la justicia no puede ser un ideal monolítico sino una noción pluralista muldimensional centrada en arreglos o acuerdos y que se sostiene sobre una especie de intuición de lo que es justo en cada circunstancia. Circunstancia que, por otra parte, es imposible de conocer racionalmente en toda su diversidad.

Para entender qué es esto, Sen nos hace imaginar al principio de su obra una situación hipotética sobre la que deberemos aplicar justicia. Se trata de una pequeña trifulca entre tres infantes y una flauta. Los tres lloran y reclaman su derecho a poseerla alegando diversas razones. Uno de ellos reclama su derecho a poseer la flauta porque él ha sido quien la ha construído (parece un razonamiento contundente ¿verdad?). Pero es que el segundo reclama su derecho al instrumento por ser el único de los tres que le va a sacar el provecho más completo al ser el único que sabe tocarla (también es contundente ¿no?). Por último el tercero reclama su derecho a poseer el juguete (nos tenemos que imaginar que es alguna persona adulta la que reclama por él, pues este razonamiento no parece lógico para un niño) porque siendo el más desafortunado de los tres y una víctima de la desigualdad y de la "injustica social", no posee hasta ahora nada en este mundo. Sería muy feliz tan sólo con acariciarla. Se nos remueve algo en las entrañas sólo de imaginar un niño así ¿verdad?. Hay muchísimos.

El caso es que si primáramos como criterio el de la realización humana tendríamos que dar la flauta al que sabe tocarla. Si primamos, en cambio, el derecho a gozar de los frutos del propio trabajo, se la tendríamos que dar al niño que la hizo, aunque ya tuviera otras 20. Pero si pretendemos aplicar la justicia social, entonces se la tendríamos que dar al que nada tiene para que pueda empezar a ser algo en esta vida.

No es fácil la elección. Nos queda la sensación de que necesítaríamos saber más; conocer más circunstancias. Pero concocer más circunstancias ¿nos haría estar completamente seguros de nuestro dictamen? Siempre cabría la duda.

Como dice Rafael Argullol en su última obra "Visión desde el fondo del mar" (aunque con otras palabras), no es posible elegir entre el bien y el mal de una vez y para siempre sino que hay que hacerlo cada día y en cada circunstancia.

Lo justo no está escrito. Se escribe con la razón, pero también con la intuición, a cada momento.

4 comentarios:

  1. Hola Juanma,
    En líneas generales estoy de acuerdo, que teniendo en cuenta las circunstancias, lo “justo no está escrito” sino que con la razón y la intuición la idea de justicia se elabora a cada momento. Pero cuidado, si no somos capaces de llegar a un consenso objetivo sobre la justicia, la subjetividad del que la aplica hará que para lo que unos es justo para otros no lo sea; porque la idea de la justicia puede variar considerablemente de persona a persona y sus circunstancias. Una pregunta importante sería: ¿Es posible objetivar la justicia? ¿Es posible definirla y aplicarla de forma científica? Ese quizás debería ser el objetivo de la sociedad. Habría que preguntarse si las tendencias actuales van por ahí. Me temo que no. Se ha avanzado desde el “derecho romano”, pero ahora tenemos, lo que podríamos llamar el “derecho del imperio capitalista”, donde el dinero y el poder, pueden casi siempre burlar la justicia más básica.
    Saludos
    Behavi

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  2. Una posible solución al problema de la flauta y la justicia.
    1.- El que hace la flauta no es dueño de ella porque las materias primas para hacerla no pertenecen al que la hace, éstas provienen de la naturaleza, que por igual pertenecen a todos.
    2.- El que toca la flauta tampoco es dueño de ella, porque no la hizo y como en el otro caso las materias primas tampoco le pertenecen.
    3.- Finalmente el que no sabe hacer una flauta ni tocarla, tampoco es dueño de la flauta, pero tiene los mismos derechos que los otros dos, porque si lo enseñan es probable que tenga capacidad para hacerla, tocarla o apreciar su sonido.

    En definitiva, la flauta no pertenece a ninguno. Lo que da sentido a que se hagan flautas es que haya gente que pueda tocar el instrumento, lo que da sentido a tocarla es que haya gente que pueda escucharla y lo que da sentido a las dos cosas es que haya gente interesados en aprender. Y por tanto, aunque la flauta no pertenezca a ninguno, es un instrumento cuyo uso puede dar sentido a la vida de todos. ¿Para qué quiere uno hacer una flauta, si no hay nadie que sepa tocarla? ¿Para qué quiere uno tocar la flauta si no tiene a nadie que lo escuche? ¿Para qué se quieren las flautas si nadie está interesado en cómo se hacen, como se tocan y en escucharlas?

    Lo que puede dar sentido a la existencia, no es la posesión de la flauta, sino que haya gente que disfrute haciéndolas, tocándolas, oyéndolas y aprendiendo.

    La justicia se desarrolla cuando las cosas cobran sentido más allá de lo material.

    Hay capacidad suficiente en nuestro planeta para que todos sus habitantes puedan disponer de una flauta cuando la necesiten. El problema es que algunos tienen cientos de miles de flautas acumuladas, que ni la han hecho, ni saben tocarlas ni deja que las toquen. Su egocentrismo e inseguridad le llevan al absurdo. La justicia se basaría en establecer reglas, que basadas en la razón y la lógica, eviten la sinrazón y la falta de sentido común que existen en las sociedades humanas.
    Saludos
    Behavi

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  3. Existe una máxima muy antigua y presente en la mayoría de las culturas que sintetiza de manera magistral la idea de lo que es justo:

    "Trata a los demás como quieres que te traten"

    Se la denomina "Regla de Oro" y creo que representaría el elemento intuitivo de la justicia al que tanto Juanma como Behavi aluden.
    En ella está presente una de las facultades más importantes del ser humano: la empatía. Esa facultad necesaria para que avancemos en el entendimiento y la comprensión de las circunstancias concretas de cada cual.
    Faltaría el elemento objetivo, que tendría que dotar a "lo justo" de elementos atemporales y aculturales(que valga para culquier tiempo y cualquier cultura)
    Un saludo, María Jesús

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  4. No recomiendo a nadie el libro de Amartya Sen pues es farragoso como pocos.
    Me sirvió de indicador unas páginas que dedicó al desarrollo sostenible centrándose en los límites del Crecimiento tal como lo expreso el Club de Roma en su Informe.
    Amartya Sen no aportaba nada nuevo ni diferente en este tema.
    Si extrapolo al resto del oscuro libro, excepto el episodio de la flauta, se trata de un mal ensayo.

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