miércoles, 4 de agosto de 2010

Planeta enfermo y alternativa

 
El mundo está sufriendo de fiebre debido al cambio climático, y la enfermedad es el modelo de desarrollo capitalista

Evo Morales, presidente de Bolivia, septiembre de 2007


Se está moviendo la cosa en España. Se habla en estos días de la puesta en marcha de un proyecto político consistente en la creación de un nuevo partido verde, o más en concreto de la reunión en un bloque común de todos los partidos y movimientos verdes existentes en la actualidad.

La configuración de una nueva y única formación verde en España está cada vez más cerca, y parece que lo puede hacer en torno a la figura de Juan López de Uralde, hasta ahora director de Greenpeace.

La Coordinadora Verde, que desde 2008 lleva autodefiniéndose como la plataforma de unidad de las bases de las distintas sensibilidades verdes, al igual que López de Uralde, promueve un modelo similar al de la confederación francesa Europe Écologie, dirigida por el líder ecologista europeo Daniel Cohn-Bendit.

¿Pasará como con Mendiluce? ¿Será este proyecto flor de un día?

Para reflexionar un poco sobre el ecosocialismo, reproduzco un breve fragmento de la Declaración Ecosocialista de Belem, del año pasado, y os animo a leerla completa. Se hace en unos minutos


La elección de la humanidad

La humanidad se enfrenta hoy a una dura opción: ecosocialismo o barbarie.

No necesitamos más pruebas de la barbarie del capitalismo, el sistema parasitario que explota a la humanidad y a la naturaleza por igual. Su único motor es el imperativo del beneficio y, por tanto, la necesidad de constante crecimiento.

Crea de forma derrochadora productos innecesarios, malgastando los recursos limitados del medio ambiente y devolviéndole al mismo tan sólo toxinas y contaminantes. Bajo el capitalismo, la única medida de éxito es cuanto más se vende cada día, cada semana, cada año implicando la creación de enormes cantidades de productos que son directamente perjudiciales para los seres humanos y la naturaleza, mercancías que no pueden ser producidas sin la propagación de enfermedades, la destrucción de los bosques que producen el oxígeno que respiramos, la demolición de los ecosistemas y el tratamiento de nuestra agua, aire y suelo como las cloacas para la eliminación de residuos industriales.

La necesidad capitalista de crecimiento existe en todos los niveles, desde la empresa individual al sistema en su conjunto. El hambre insaciable de las corporaciones se ve facilitada por la expansión imperialista en busca del acceso cada vez mayor a los recursos naturales, la mano de obra barata y nuevos mercados. El capitalismo ha sido siempre ecológicamente destructivo, pero en nuestro tiempo las agresiones a la tierra se han acelerado. El cambio cuantitativo está dando paso a la transformación cualitativa, conduciendo al mundo a un punto de inflexión, al borde del desastre. Un creciente cuerpo de investigación científica ha identificado muchas formas en que los pequeños aumentos de temperatura podrían desencadenar efectos irreversibles y galopantes -como el rápido deshielo de la placa de hielo de Groenlandia o la liberación de metano enterrados en el permafrost y debajo de los océanos- que harían el catastrófico cambio climático inevitable.

(...)

Texto completo de la DECLARACIÓN ECOSOCIALISTA DE BELEM
(enero-2009)

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