jueves, 6 de enero de 2011

El tiempo pasa... (nos vamos poniendo viejos)

Ha comenzado un nuevo año, y aunque se trata al fin y al cabo de una convención, es inevitable en estos momentos meditar sobre el paso del tiempo. En mi caso, aún más, pues acabo de empezar el que será el último de mis cuarenta y tantos. Pero lo llevo bien. Unos días más que otros: me sigo sintiendo joven.

No quiero hablar de cuestiones personales, aunque muchos me han dicho que este blog tiene un carácter muy personal, sino de reflexiones que puedan valer para todos. En este caso, de unas reflexiones sobre la tecnología, o más bien sobre la transformación que el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación está operando en nosotros.

Hace unos días me llegó a través de twitter una referencia sobre un artículo de hace algo más de un año titulado: ¿Qué le está haciendo Internet a nuestros cerebros?. Se trata de una entrada de Manuel Gross en su blog "Pensamiento Imaginactivo" en el que traduce el artículo de Nicholas Carr "The Big Switch: Rewiring the World, from Edison to Google", que se publicó en el año 2008.

Lo que tan claramente veía ya hace dos años Nicholas Carr, es lo que yo estoy viviendo en mis propias carnes ahora. No soy, ni mucho menos, el prototipo de homo tecnologicus que empieza a abundar en estos tiempos, pero sí que estoy más tecnologizado que la media de los de mi generación. Uso mucho internet: recibo varias decenas de correos al día en varias cuentas, leo unos pocos blogs, utilizo facebook, twitter, etc, etc.

La cuestión es que me está ocurriendo, como al mismo N. Carr cuando dice: "lo que la Red parece estar haciendo es socavar mi capacidad de concentración y contemplación. Mi mente espera ahora captar la información del modo en que la Red la distribuye: en una corriente de partículas en rápido movimiento. En un tiempo fui un submarinista en el mar de palabras. Ahora me deslizo por la superficie como un tipo en una moto acuática".

Es decir, leo cada vez más, profundizo cada vez menos. Y eso, creo, nos está pasando a todos. Nos estamos volviendo más superficiales a fuerza de tratar demasiadas cosas al mismo tiempo. Intentamos leer el correo electrónico mientras vemos un video. O leemos una entrada en un blog mientras atendemos las novedades en facebook o en twitter. Nos llegan demasiadas propuestas y resulta imposible responder adecuadamente a todas. De hecho, lo que hoy nos conmueve, mañana ya lo hemos olvidado. Por ejemplo, hace un mes todos "estábamos a muerte" con el Polisario y los saharauis, ¿os acordais ya de ellos?. Y así mil cosas. Las noticias fluyen a demasiada velocidad. Usando el término que ya hace diez años utilizó Alfons Cornellá, estamos "infoxicados", enfermos por exceso de información. Y eso nos está haciendo perder capacidad de concentración, de profundización y de análisis.

Como dice de nuevo N. Carr: "pudiéramos estar leyendo más hoy que en los años setenta u ochenta, cuando la televisión era nuestro medio preferido. Pero es un tipo distinto de lectura y detrás de él hay un tipo distinto de pensamiento, tal vez incluso un nuevo sentido del ser. No sólo somos lo que leemos, (...) somos cómo leemos."

A pesar de mi prevención, no tengo remedio: he añadido recientemente otra nuevo gadget tecnológico a mi arsenal, y la verdad es que estoy dándole bastante uso en estos días. Se trata de un lector de libros electrónicos, un ereader (en concreto: modelo Avant, de bq).

En fin, para tener otra perspectiva del paso del tiempo acabo de descargarme el libro de Stephen Hawking titulado "Historia del Tiempo". Voy a ver si me aclaro sobre esta cuestión antes de perder totalmente la capacidad de profundización y análisis.

PD: la canción que os ofrezco no tiene nada que ver con el paso universal del tiempo sino sólo con este personal paso del tiempo, en realidad, el único que nos importa.