domingo, 22 de marzo de 2009

Día Internacional de la Poesía

El 21 de Marzo, el día en que normalmente da comienzo la primavera en el hemisferio norte, fue declarado por la UNESCO en el año 2000 como el Día Internacional de la Poesía.

Probablemente queden pocos días en el calendario que no hayan sido proclamados Días Internacionales de algo. Por otra parte, celebrar durante un solo día al año aquello que se pretende ensalzar o reivindicar, sería estúpido por nuestra parte. Así que, un descreído como yo, no puede darle a este Día Internacional de la Poesía más trascendencia de la que tiene. No obstante, se me ocurre que puede ser una buena ocasión para traerla aquí, y para recordar que no seríamos nada, o que al menos algo muy importabte nos faltaría, sin la Poesía.

Reproduzco tres poemas de tres grandes poetas como son: Cernuda, Machado y Neruda. Cada uno de ellos se acompaña de un enlace donde pueden ser escuchados en versión recitada (los de Cernuda y Machado) o cantada (el de Neruda). En este último caso por la pareja de cantautores: Olga Manzano y Manuel Picón.
Disfrutadlos.

LUIS CERNUDA

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad porque muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

(escuchar su recitado en la voz del propio Luis Cernuda)


ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas! ...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
—La tarde cayendo está—.
«En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día,
ya no siento el corazón.»

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:
«Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada.»

(escuchar su recitado en la voz de F. Fernán Gómez)


PABLO NERUDA

Tu risa

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.

No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.

Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mi todas
las puertas de la vida.

Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.

Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.


Canción de Olga Manzano y Manuel Picón

domingo, 15 de marzo de 2009

El capitalismo del desastre, o el desastre del capitalismo

EL ROTO: Alfombra roja
Estamos en crisis. El sistema está en crisis. Y si no, que se lo pregunten a alguno de los más de 3 millones de parados que hay actualmente en España (18 millones en Europa). Después de un periodo de vacas gordas más prolongado que en otras ocasiones, llegaron las vacas flacas. ¿Acaso había alguien que no lo supiera? Todos lo sabían; repito, todos lo sabíamos. Es algo inherente al sistema capitalista. A menudo nos gustaría ignorarlo. Sobre todo le gustaría ignorarlo a ellos, a esos que cada minuto que pasa se enriquecen un poco más (aún en tiempo de crisis) sacando el máximo beneficio de este sistema que, como ya dijo alguien, está basado en la explotación del hombre por el hombre.
Así que no, no debemos ignorarlo: el capitalismo es un sistema económico que lleva dentro de sí la semilla del mal, porque está construido sobre un deseo de enriquecimiento personal egoísta, obtuso y esquilmador que en el mejor de los casos, si no acaba con el planeta tierra tras exprimirlo como una fruta madura, acabará previamente consigo mismo auto destruyéndose tras llevar a la miseria a cientos de millones de personas por todo el mundo.
Estoy releyendo estos días el grande y magnífico libro de Naomi Klein titulado “La doctrina del shock, o el auge del capitalismo del desastre”. Setecientas páginas de clara y detallada exposición de por dónde y a dónde nos está llevando la ideología del “capitalismo neocon” y del ultraliberalismo de la escuela de Chicago. En este libro, tan extenso como ameno de leer, se nos detalla paso a paso cómo los “Chicago boys” de Milton Friedman fueron poniendo en práctica sus experimentos de capitalismo ultraliberal en países como Chile, Bolivia, Argentina, la Gran Bretaña de Thatcher, la Polonia post comunista, la Rusia de Yeltsin, etc, etc, hasta llegar al caso más salvaje y sangrante del Irak invadido tras “la guerra de Bush”.
Este caballerete, de unos escasos 1,60 metros de altura, ha sido probablemente uno de los hombres que más daño ha hecho a este mundo. Y me atrevo a afirmar que esto es así aunque le hayan otorgado un premio Nobel. Porque ¿qué ha venido a decir este hombre?, de hecho ¿qué clase de ideas ha conseguido extender como si fueran ciencia (como a él y a los suyos les gustaba decir) entre los que gobernaban este sistema?: que el mercado es sagrado, que hay que eliminar todas las regulaciones y las intervenciones del estado, que el interés propio, el deseo de máximos beneficios personales, es la mejor vía para el progreso global.
Pero ¿qué significa el progreso global para estos señores?. Cuando hablan de progreso global imagina uno que se refieren a movimientos de capital, a Producto Interior Bruto, a réditos, a cifras cada vez más elevadas de ganancias para unos cuantos, cuando lo que se esconde tras ello es una desigualdad social cada vez más pronunciada (reconocida por todas las instituciones internacionales), a una concentración cada vez mayor de la riqueza en menos manos y a una miseria cada vez más extendida. Todo ello en el contexto de un mundo cada vez más cerca del abismo por sobrexplotación, contaminación y muerte (las guerras dan mucho dinero).
Los máximos dirigentes políticos de este mundo andan ahora reunidos intentando reinventar un capitalismo más humano. ¿Es ello posible?.
En fin, a la espera de un tiempo mejor en que seamos capaces de volver a soñar y a intentar construir un sistema económico no basado en la explotación de hombres por hombres ni en el engaño del crecimiento como única forma de progreso, cruzo los dedos para que por lo menos esos que mandan pongan un mínimo de orden y freno a este desaguisado. Y por supuesto, mientra tanto: LA CRISIS, QUE LA PAGUEN ELLOS.

sábado, 7 de marzo de 2009

Lo que puede el amor


Anoche vi una magnífica película de Philippe Claudel. Una digna muestra del mejor cine francés (¡cómo nos alimenta el buen cine! ¿verdad?). Fue en la Filmoteca. Aquí tenéis el enlace a la hoja de sala. Su título, que dejo en su lengua original, pues no hace falta traducirlo y resulta tan sugerente así, es: “Il y a longtemps que je t’aime”. Espero que más adelante se pueda ver en los cines comerciales.

El amor (la peli no trata del amor de pareja sino del paternofilial), tiene muchos enemigos. Uno de ellos es sencillamente implacable; no hay casi nada que hacer contra él. Es negro y todo lo engulle. Pero a pesar de ello hay esperanza, pues también es cierto que el amor todo lo puede.

Dos hermanas, que han estado quince años alejadas, muerta la una para la otra tras el ingreso en prisión de una de ellas por un terrible suceso, se reencuentran y lentamente reconstruyen el maravilloso mundo y la intensa relación que las unió en la infancia. Con un ritmo calmado, pausado, con abundancia de escenas intencionadamente cortadas en su evolución, Claudel consigue trasmitirnos esa lenta apertura de los corazones que a veces ocurre en la vida. El resultado final, tras las confesiones y el desvelamiento de la verdad, es una intensa y liberadora catarsis materializada en un abrazo (¡cómo nos alimentan los buenos abrazos! ¿verdad?) que humedeció la vista a más de uno. La mía al menos, lo confieso, se humedeció.

La historia es terrible, terrible como muy pocas lo son. Alguien, en un comentario a mi entrada sobre “Revolutionary road” dijo que esa película era dura, y mencionó el horror de la rutina. Y es cierto. En esta que ahora comento no hay rutina ninguna, pero el dolor es de tal calibre, que difícilmente se puede sobrevivir a algo así.

No dejéis de verla si tenéis ocasión. Siempre que no os asusten los sentimientos intensos.

domingo, 1 de marzo de 2009

Nucleares NO. Gracias

Los defensores de la energía nuclear están de ofensiva. En realidad llevan de ofensiva desde hace varios años.

Después de una moratoria de facto en la mayor parte de los países industrializados ocurrida tras el accidente de Chernobyl, la escusa de la lucha contra el cambio climático está envalentonando a los pronucleares. Lo último, las manifestaciones de Felipe González sumándose a este carro. Nos dice el anterior presidente socialista: "Se me interpretará que defiendo la energía nuclear. Se puede pensar que creo que es más razonable que otros usos, pero ese no es el problema. No estoy diciendo que se use, sino que se discuta". Y digo yo: ¿por qué tiene miedo a decir lo que piensa?, y si no es así como piensa ¿para qué quiere que volvamos a discutir sobre la energía nuclear?

Este país ha llegado a un acuerdo tácito sobre la conveniencia del desarrollo de las energías limpias y un consecuente y paulatino abandono de las energías contaminantes de origen fósil, así como de la tan peligrosa energía nuclear.

El actual gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ganó las últimas elecciones con un programa que incluía esta posición, pero parece que está soportando fuertes presiones para desembarazarse de las promesas hechas en este sentido.

Como caso concreto tenemos la central nuclear de Garoña. El próximo mes de julio concluye el permiso de explotación de esta central obsoleta y aquejada de graves problemas de seguridad que lleva funcionando desde el año 1971.

El Ministerio de Industria y el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) se están planteando alargar la vida de la central nuclear durante 10 años más. Con ello alcanzaría una vida útil de 50 años, pero se agravaría el riesgo de accidente nuclear por los graves problemas de seguridad que la aquejan.

Ecologistas en Acción ha iniciado un ciberacción consistente en el envío de un carta al presidente del gobierno pidiéndole que no se renueve su licencia de explotación y se proceda al cierre definitivo.
Si estás de acuerdo, súmate a esta acción en la página de Ecologistas en Acción.

¿El reino de los sueños no es de este mundo?

Revolutionary road

Anoche vi esta magnífica película de Sam Mendes a la que acudí, lo confieso, con ciertos prejuicios. Siempre me ocurre con el stars system de Hollywood. Más aún, cuando había oído decir que (ahora veo que respondiendo sólo a intereses comerciales) la película suponía el gran reencuentro de Di Caprio y Winslett: una ocasión para el revival romántico. Por suerte, nada más alejado de la realidad.

Quien haya visto otras películas de Sam Mendes, sobre todo “American beauty”, encontrará que ésta supone otra vuelta de tuerca más a su operación de desmontaje del engañoso y falso andamiaje sobre el que se sustenta el sueño americano. En realidad, opino que “Revoloutionary road” es más ambiciosa. Lo que pretende desmontar (o desmonta, allá cada cual que opine lo que quiera tras ver la película) es un sueño más universal, aplicable por extensión a cualquier sociedad desarrollada. Éste no es otro que aquél que nos hace creer que vivimos la vida que hemos escogido; que con la familia, el coche, la casa, etc, hemos alcanzado la felicidad que nos prometíamos. Y la verdad es que no es cierto. ¡Qué pocos pueden proclamar, sin engaño, que están donde querían llegar, o que se contentan con lo que han alcanzado!

Y es que, como se condensa en una frase de la película (he adaptado lo que recuerdo y aunque estoy seguro que no coincide en su literalidad, creo que sí en su sentido):

En el fondo, nunca olvidamos cuál es la verdad; lo que ocurre es que nos volvemos más diestros engañándonos

Porque para todos hubo un momento en que existieron los sueños.

Hay un personaje en la historia, precisamente “un loco”, que parece ser el único en captar, en reconocer, el vacío que, curiosamente, inunda nuestras vidas. Ese vacío que la pareja protagonista, o más bien habría que decir ella, pone sobre la mesa un día para plantear, para plantearse con valentía, la necesidad y la posibilidad de una escapatoria.

Pero ¿hay posibilidad de escapatoria? ¿qué nos dice Mendes? Parece que no: el reino de los sueños no es de este mundo. Habremos de engañarnos cada día un poco más y “tirar palante”.

No quisiera desvelar el argumento, pero me resulta difícil no comentar algunas de las escenas finales. Hubo un determinado momento de la película, después de la “despedida a la americana” en la puerta de la casa tras el magnífico desayuno que April (Kate Winslet) prepara con la más profunda y enigmática de las sonrisas a su marido después de la gran crisis de la noche anterior (cuando ella parece haber tomado la decisión de adoptar la mentira y el engaño como la mejor estrategia de salvación), tras el cual da la sensación de que todo lo posterior va a sobrar. Sin embargo, y precisamente porque la pretensión de Mendes es mostrarnos que todos vivimos en esta gran mentira, prolonga la película con varias escenas más.

En una, sus vecinos charlan con la nueva pareja que ha venido a ocupar la casa que dejaron April y Frank. Cuando hablan de sus antiguos amigos queda suspendida en el aire una incomodidad difícil de evitar. ¿Cómo hacerlo? Sólo hay una vía: no volverán a hablar de sus antiguos vecinos.

La otra escena que quiero comentar es la escena final. En ella, la otra pareja de vecinos (la de los padres del “loco”), están hablando de sus antiguos amigos. Digo antiguos porque ahora ella, que empieza recordándolos como buenas personas, en una actitud tantas veces repetida en multitud de películas, termina por criticarlos sacando a la luz toda la envidia que les tenía (¿el odio por haber pretendido ser diferentes?).

Ella no está más que diciendo mentiras, las mentiras que necesita decirse a sí misma. Su marido, que para suerte propia, necesita de un audífono, comienza a bajar el control del volumen y la voz de su mujer se va apagando inevitablemente. Prefiere no escuchar.

¿No es lo que todos hacemos? ¿apagar el volumen del tic tac de nuestro corazón?